Maldito Nandito

Han pasado quince años, pero te sigo odiando como si fuera ayer. Cuando apareciste por primera vez en ese culebrón interminable llamado María la del Barrio -el cual tuve que ver porque mi mamá, tías, primas y hermanas se apoderaban del único televisor que había en casa-, me jodiste para siempre la existencia.

Nandito, te detesto. No sólo porque hiciste del diminutivo de Fernando un símbolo eterno de lo ridículo, sino porque te convertiste en el personaje masculino de telenovela más estúpido e idiota que se haya concebido en la historia de la televisión alrededor del mundo.

Aunque claro, tú no tienes la culpa de tu estupidez, sino ese guionista descerebrado y facilón que te dio más escenas de las que debiste tener, y ese actor llamado Osvaldo Benavides, cuya cara te hacía ver más tarado de lo que en verdad eras.

Nandito, seguiré odiándote hasta el día en que me muera porque además de estúpido dejabas que tus compañeros de reparto te trataran como estúpido, incluso la secretaria de tu papá te decía "joven Nandito" en vez de Nandito, como si hubieses estado condenado a no crecer jamás, mentalmente hablando.

Nandito, te detesto porque hasta ahora no hay persona que conozca y que no me llame Nandito, y peor aún con ese tono desesperado de mujer ninfómana con el que la malvada Soraya solía gritarte. Ella al menos sabía ser villana, pero tú no tenías personalidad. Para ser bueno eras malo, y para ser malo, bueno, eras pésimo.

Pero, ¿sabes? Más te detesto porque tienes la horrenda capacidad de resucitar cada cierto tiempo cuando algún canal que no sabe qué hacer para subir el ráting, osa programar tu telenovela para hacer recordar tu existencia a aquellos que ya la habían olvidado y... volver a joderme la vida. Te odio, Nandito.